El chile es un elemento imprescindible en la gastronomía mexicana, un ingrediente que, al igual que los albures, tiene un doble filo: puede elevar un platillo a niveles sublimes o hacer que te arda, y no solo la boca. Con más de 64 variedades de chiles criollos en México, cada
El chile es un elemento imprescindible en la gastronomía mexicana, un ingrediente que, al igual que los albures, tiene un doble filo: puede elevar un platillo a niveles sublimes o hacer que te arda, y no solo la boca. Con más de 64 variedades de chiles criollos en México, cada uno con su sabor y nivel de picor único, este fruto se ha convertido en el alma de nuestros platillos. Sin embargo, ¿cómo saber si un chile te va a hacer sudar?
La respuesta está en la capsaicina, el compuesto químico que convierte al chile en una verdadera bomba de picor. Esta sustancia se encarga de activar los receptores de calor en la boca y la lengua, enviando señales al cerebro que, en el caso de los más valientes, pueden convertirse en un festín de sabor; pero para los que no están tan acostumbrados, puede ser un tormento. Es como cuando te confías y terminas "torneado" por un chile que no perdona.
Ahora bien, la intensidad del picor del chile depende de la concentración de capsaicina que tenga cada chile. Por ejemplo, el Carolina Reaper, con 2 millones 200 mil unidades Scoville, te puede dejar con la lengua en llamas. Pero ojo, porque hay factores como el clima y el suelo que también influyen en qué tan bravo puede salir un chile. Y ni hablar de la famosa "toreada", ese frotamiento entre las manos que libera aún más capsaicina, como si quisieras asegurarte de que la experiencia sea inolvidable... o inaguantable.
Así que ya sabes, si no quieres que el chile te haga llorar más de la cuenta, aprende a medirle el agua a los chiles y recuerda: en la cocina mexicana, hay que saber cuándo dejar que el picante hable, pero sin que te arda.